martes, 7 de abril de 2020

Encierro en Quito 14

Día soleado. Esta mañana, un saltito a la tienda de la esquina para comprar mermelada (para mí) y chocolate (para Andrés).
Planchar la ropa lavada ayer. Bañarme, pues ahora no me baño antes de salir a la calle sino al regreso. Otro cambio covid 19. Este no me entusiasma pero es lo que hay.
Andrés prepara el almuerzo. Me pongo a leer ANA KARENINA. Me gustan todas las llamadas digresiones, sobre los cambios en cómo proceder para casar a sus hijas, los trabajos en el campo, las intrigas políticas del sr Karenin, también me gusta intentar entender lo que se puede hablar y lo que no, como se dice a media palabra lo que no se puede hablar, lo que es vergonzoso y lo que no, en aquella sociedad cuyas reglas de comportamiento son tan diferentes de lo que conozco.

Y ahora, continuo con mis deberes.

El aire y el agua, parece obvio. Y claro.

Hoy, toca comer. ¿Qué necesito comer para vivir? Yo diría que fundamentalmente verduras, legumbres, cereales y leche bajo todas sus formas: queso, yaourt, cuajada, quesillo … la carne roja me tiene sin cuidado. Para golosina, lo que sale del mar: algas, pescado, mariscos. Y lo que sale del cerdo: salchichón, fuet, jamón, chorizo, morcilla, lomo y algunas cositas más. La carne roja en forma de cecina, le confit … pero todo esto por gula. No lo necesito para vivir. Mientras que lo primero (verduras etc.) sí.
Pero, pensándolo, ¿no es el placer también una necesidad ?

La energía: sí que me gusta poder encender lámparas cuando se va la luz solar. Sí que me gusta internet, whatsapp. Para comunicar con mis amigas/os en la distancia. Para escuchar música. No sé si lo necesito para vivir. Echo de menos cuando la gente se reune para jugar, para cantar, para bailar. Se supone que no lo necesito para vivir ya que esto ya casi no se hace. Sustituido precisamente por los juegos de ordenador y las comunicaciones virtuales. Creo que se necesita para vivir jugar, intercambiar, hacer cosas juntos y que, con más o menos aparatos, siempre la humanidad encontrará la manera de hacerlo.

Lo que sí quiero que desaparezca son: los centros comerciales y su uso desenfrenado de energía para iluminar, calefaccionar, refrigerar. Igual los grandes almacenes. Son lugares que, desde que les he conocido, siempre me han expulsado. Leí hace poco como Zola cuenta la invención de esos grandes almacenes en AU BONHEUR DES DAMES. Deliciosa novela. Pero, no me hace soñar. Para nada.
Luego, está lo invasivo de los altavoces que saturan el ambiente con sus músicas a cual más estridente, las músicas dichas “de ambiente”, fondos sonoros molestos que aturden.
Y la cantidad de agresiones sonoras, privadas y públicas. Motores, detesto los electrodomésticos por el ruido, sin embargo los uso, lo menos posible eso sí, pero aún así, sí los uso. No me queda claro que los NECESITE.
Igual, detesto los grandes anuncios luminosos, ese derroche de vulgaridad, colores chillones. Eso también está super bien filmado en TAXI DRIVER. Recuerdo haber volado una vez de noche a lo largo de la costa este de USA y haber quedado horrorizada por ese sin fin de iluminación durante 2 horas de vuelo por lo menos.

Hoy, primer día en que las noticias de España no son tan malas. No hablo sólo de la prensa sino de lo que vosotros estais contando.
Estamos contemplando la posibilidad de volver a Madrid a finales de este mes. Todavía hay tiempo, pero es el primer día en que lo hemos conversado como posibilidad.
No sé muy bien qué pensar. En este tiempo que no pasa, que parece inmóvil, detenido, que parece haber escapado totalmente a la manera que tuvimos ANTES, casi en otra vida, de conceptualizarlo, un movimiento de esta envergadura me parece irreal.

Volviendo a Latour. Sí, es más que evidente que ningún estamento es capaz de decir honestamente que el tiempo del crecimiento continuo se está acabando. Es curioso incluso que, con casi la totalidad de la economía paralizada, con más de la mitad de la población confinada, están haciendo como que no es sino un mal momento que hay que pasar y que cuando salgamos de esta todo volverá a ser igual. A sabiendas sin saberlo sabiendolo que NO.
Y sí, me parece estimulante ponernos a intentar esclarecernos, nuestros anhelos, rechazos, miedos, esperanzas, de manera concreta, la más honesta posible.

Pequeña interrupción: son las 6h30 de la tarde, un atardecer de cielo apagándose con grandes nubes tirando a grises. Un cielo atormentado como uno de Galicia. Salimos al balcón. Impresionante, y hermosa, la transparencia del aire, se divisa todo el sur de Quito que ya no se veía, ahogado en contaminación. Lo mismo la linea de cresta de la loma de enfrente y, más allá, de la cordillera oriental. Todo eso había desaparecido en la negrura de la contaminación. Y eso, lo tengo muy claro, no quiero que vuelva a pasar. NO.

lunes, 6 de abril de 2020

Encierro en Quito 13

Viernes, 3 de abril

Hoy, día de sol y viento. Esta mañana, fuimos andando al super con Lucía. Caminata que nos ha sentado estupendamente. Hemos conversado, nos hemos reido, ensanchando la distancia entre ambas cada vez que nos topamos con un coche de policía … es curioso cómo cambian los comportamientos. Hasta ahora, yo me cuidaba de la policía cuando estaba al volante; ahora, cuando voy caminando … este llamado confinamiento está evidenciando cuanto la autoridad, el autoritarismo va cobrando peso en nuestras vidas.

Domingo, 5 de abril

Noche. Parece que los días pasan volando en este encierro.
Ayer, nueva salida. Una buena caminata hasta donde Coca. Ella vive arriba de la loma de enfrente. Todo el camino va de subida. Una mañana soleada, en Quito el sol es muy fuerte, ya lo saben, alcanza al cenit cada día y ¡oh sorpresa! En ningún momento sentí que me faltaba el aire, cosa que, antes del encierro, sucedía en cuanto caminara una cuadra. Sobre todo al llegar al cruce de la 10 de agosto, una avenida con bastante tráfico. Me acordé de la sensación que tuve del aire en Quito cuando la conocí, hace 40 años. Un aire ligero, or la altura, pero tan puro que daba gusto respirarlo. Sensación que casi casi había olvidado.
Estuve caminando por una parte de Quito que se ha vuelto muy … no sé cómo calificarla. Pretende ser elegante, a mí sólo me parece huachafa como se dice en Lima, hortera, pretenciosa y terriblemente banal: edificios muy altos de vidrio y acero, restaurantes de moda, con diseño que podría ser el mismo en cualquier parte del mundo, ese look que quiere combinar lo “moderno” con lo “tipical”, hoteles de múltiples estrellas, un Centro de Negocios que siempre me ha resultado de lo más estúpido… normalmente, todo eso bulle de jóvenes de ternos y corbatas, o de traje sastre y zapatos de tacón aguja, repeinados y maquilladas. Ahora, sin los extras, parecía un decorado vacío, puesta su inutilidad intrínseca en evidencia. Un mundo inútil, sí, eso pensé, sentí, absolutamente inútil, fatuo, estúpido.

A la tarde, escuché una entrevista a Bruno Latour que me ha dejado pensando mucho.

Argumenta de la siguiente manera:
1- sería de verdad muy lastimoso que no se aproveche esta crisis para emprender definivamente el cambio de rumbo que se necesita urgentemente. Y que si no se hace esto, dentro de 2 o 3 meses, nos encontraremos en una situación peor de la que estábamos en enero, a saber, enfrentarnos a la crisis que se nos viene encima, en cuya comparación esta del covid 19 es apenas una picada de mosquito, la crisis del acabóse de las condiciones que han permitido que vivamos en este planeta.
2- este covid 19 ha logrado lo que NINGUN mandamás, ninguna institución internacional (ONU, FMI, Banco Mundial, G7, 8, 9, etc.), ningún estado tiene el poder de hacerlo: la parálisis casi total de la llamada economía, en todo caso de la actividad productora. Las empresas que aún funcionan lo hacen a mínima, las bolsas igual, la mitad de la población mundial está confinada. (Acabo de leer un artículo en LA VANGUARDIA me parece, no estoy segura pero poco importa, que cuenta que con los precios actuales del petrolio las cias norteamericanas de fracking y arenas bituminosas están, la unas ya en quiebra, las otras en grande dificultades pues para ellas con un barril de menos de 54 dólares pierden dinero; siempre según el artículo, sería una maniobra conjunta de Arabia Saudi y de Rusia para hundirlas y quedarse ellos con el mercado chino. Puede ser, no lo sé, en todo caso el covid 19 con el bajón violento de la demanda de petrolio en el mundo ha sido causa del posible hundimiento de las petroleras USA que, en la última década cortaban el bacalao, lo cual parecía imparable).
Volvamos a Latour: su argumento es que no se puede desaprovechar esta situación, absolutamente impensable hace un mes.
Y que, no teniendo ni deseo de tomar decisiones tan drásticas ni siquiera poder de hacerlo estamento alguno, la responsabilidad y el poder nos incumbe a la gente de a pie.

¿Cómo?Pues, de la misma manera que hemos cambiado drásticamente nuestros gestos más cotideanos con la puesta en marcha de lo que se llama “las barreras sociales”, quizas podríamos imaginar los “gestos barreras” para no volver a la la situación de antes de la crisis.

Por ejemplo, empezar a establecer la lista de lo que:
1- lo que sería de detener;
2- lo que sería de continuar;
3- lo que sería de empezar.

Y, para comenzar, establecer la lista de:
- lo que necesito para vivir;
- lo que estoy dispuesta a luchar para defenderlo.

Se me ha ocurrido que necesito para vivir:
- aire, conque hay que detener todo lo que me quita el aire; para comenzar, el tráfico automotor en las ciudades, salvo por supuesto ambulancias, coches de servicio, taxis. Mi caminata de ayer me ha aportado la prueba fehaciente que así, se puede respirar. Si no, NO.
Luego, todas las producciones no necesarias: ya lo estamos viendo.
Todo lo que tiene que ver con el turismo, no digo los viajes, me gusta viajar y no sé si lo necesito para vivir pero sí me es un aliciente importante para vivir. Digo el turismo: los tours, todos, vuelos charters, cruceros, fines de semana a la otra punta del cerro, al otro lado del mundo, 4 días de ensueño en París o New York o Shangai o lo que sea. Con sus consecuencias directamente nefastas para mí, los dichosos alquileres turísticos. A propósito, he leido en EL PAIS me parece que los pisos turísticos de Madrid se están reconvirtiendo en pisos de alquiler normales. También gracias al covid 19.
Que, tienen que desaparecer ni sé cuantas cias de aviación. Por nuisibles e inútiles.
En Europa, por lo menos, todos los vuelos de menos de 2 horas deben ser sustituidos por trenes rápidos y cómodos, con amplia oferta horaria.
El tráfico por autobuses no puede exceder distancias cortas.
Y el tráfico de mercancías por camiones, lo mismo.

-agua, es urgente cancelar la extrema contaminación de rios, lagos, manatiales, en fin de todo lo que es agua dulce, de tal manera que podamos volver a beberla. Suspensión inmediata de los productos fitosanitarips, glifosatos y demás; vuelta a una agricultura campesina, no sé mucho de ello pero sí que hay gente que sabe, que lo está experimentando, poyo total a ella y ampliación del sector. Lo mismo para la cria de animales. Suspensión inmediata de todo lo que sabemos: pollos en batería, cerdos, vacas lecheras monstruosas, terneras, ovejas y ni sé cuanto más horrores que no pueden continuar porque son devastadoras para todo el mundo: tierra, animales y humanos.
Y a mí, también necesito el agua del mar: fin de los cruceros, ya lo he dicho, pero también, fin de los enormes portacontenedores que se pasan trasladando de un lado del mundo al otro ni sé cuantas cochinadas inútiles y nocivas. No necesito cerezas australianas o chilenas para navidad, tampoco camisetas made in China o en Turquía y un largo etc. Es un absurdo insostenible ya.

Y basta para hoy. Como podeis ver, tengo mucho trabajo por delante. Continuará.

jueves, 2 de abril de 2020

Encierro en Quito 12

Hoy, día de ira. Otra vez, Brecht, en su diario: “ultimamente la noticias son tan malas que estoy contemplando seriamente la posibilidad de suspender la radio”, cito de memoria, no es exacta pero por ahí va. Voy para lo mismo, no que las noticias sean tan malas, que lo son, sino que lo que cuentan los periódicos es infumable. No aguanto el recuento diario de los muertos, la complacencia en las truculencias, el tremebundismo, en una palabra la fascinación por las películas de horror/terror. Me recuerda PARÁSITOS que ví antes del encierro, o sea, en el siglo pasado. Me aburrió por dos cosas: una, lo banal, basto de la cámara, los vestuarios, las ambientaciones; dos, la pobreza de las ideas sustituida por las truculencias. Tengo la impresión que la lectura de los periódicos es como un cotidiano remake de la peli.

Me exaspera que esa manera de alimentar la angustia esté ocultando, mejor dicho desplazando las buenas razones de preocuparnos que podamos tener. Trump está desplegando su armada en el Caribe dizque para luchar contra el narcotráfico. Tiemblo. En cuanto a oir o leer lo que dicen esos señores, me da ganas de vomitar.
Me doy cuenta de que me he pasado mucho tiempo diciendo con cierto énfasis “es que no entiendo cómo puede haber gente que les vote”. Pues ahora, quiero intentar entender. Para saber cómo luchar, pues, es urgente. Son, de verdad, muy muy peligrosos. Por lo pronto, han logrado mandar al paro a millones de gentes después de haber metido en arresto domiciliario a más de un tercio de la población mundial. He estado pensando en esos tiempos que esto del teletrabajo era una prueba a ver qué tal. Para luego transformarlo en la manera “normal”, “avanzada”, “moderna”, de hacer trabajar a la gente: ahorro de oficinas, dispersión de los/las trabajadoras, horarios continuos, o sea, pura ganancia para los accionistas. Veo hoy en “Le Monde” un artículo titulado: “La crise du coronavirus signale l’accélération d’un nouveau capitalisme, le capitalisme numerique”. A buen entendedor ..

El coronavirus ha destapado lo que era un secreto a voces del que nadie quería enterarse: el escándalo del negocio de las residencias de ancianos
Pues, ahora, resulta que de tanto haber querido ganar y ganar, ahorrando en TODO hasta llegar a la situación que ya no se puede ocultar, los negociantes de la vejez ya se encuentran entre los más perjudicados: su negocio se está acabando por mortalidad acelerada de su clientela. Supongo que ya están buscando cómo reacomodar su dinero. Tal vez en el narcotráfico, o el negocio del armamento o quien sabe qué. Son capaces de todo.

En whatsapp aparecen ahora diversas recetas de cocina, lo que hacemos unos y otros para amenizar el día. Gastronomía en auge. Muy bien. Creo que está apareciendo una nueva línea divisoria entre quienes recurren a la comida entregada que por lo general es más bien basura y quienes optan por dedicarse a la gastronomía casera. O sea, yo diría entre quienes esperan que despues del corona virus, todo volverá a ser igual y quienes ya han entendido que no, incluso que desean que no vuelva a ser igual.

martes, 31 de marzo de 2020

Encierro en Quito 11

Lunes 30 de marzo.



Está cayendo la noche ebneste alto valle ecuatorial. Día grís, nublado, friecito. Larga conversación por teléfono con Coca. Comentamos cómo vamos entrando en esta tercera semana de encierro. Es realmente difícil hablar de otras cosas. Cuando acaba el día me pregunto por qué me siento cansada. Creo que es tanta la realidad que se debe incorporar que eso es lo que cansa. Por ejemplo ¿cómo incorporar que, en este momento, hay más de 3.000 millones y medio de gentes encerradas, que la UE se desmorona, que casi todo el planeta está paralizado por el miedo, la inseguridad, el afán de noticias y el descorazonamiento ante tanta palabra huera, la sospecha, más que sospecha que se están cociendo cosas muy feas de las que no sabemos casi nada salvo la certidumbre que nos caerán encima tarde o temprano cuando lo único que veo del mundo es este parquecito desierto atisbado desde mi ventana?

. . .

 
Martes 31 de marzo.

Es mediodía. Y garuando. Vuelvo del banco. Una vuelta por la ciudad: Amazonas con todo cerrado, incluso el hotel Colón que hace fú no es colón sino Hilton. Ciudad muerta. Aproveché para volver por la 9 de octubre, calle por la que no había transitado hasta la fecha por ser una de las calles más cargadas de tráfico, buses que escupen unos humos negros horrorosos, y hoy, vacía.

Me gustó caminar con llovizna. Una sensación agradable aquella aguita que apenas alcanzaba a mojar, sensación de fresco, de limpio… y si no era más que una sensación, pues, que me quiten lo bailado.

No me acostumbro a pasear entre máscaras. Echo de menos, y mucho, ver caras.

Aquí, las cosas se están poniendo color café oscuro. Hoy, en el UNIVERSO, diario de Guayaquil, un artículo tremebundo para contar que ya aparecen cadáveres abandonados en las calles de Guayaquil. Según el mismo artículo, parece que la burguesía de Guayaquil se está movilizando con la clara intención de demostrar al pais que, una vez más, no son como los serranos, que ellos sí son eficaces y un largo etc… ¡qué pereza!

Así y todo, estoy disfrutando con ANA KARENINA. Tolstoi como Balzac, a un siglo de distancia, cuenta más que historias personales, un mundo.
Y, antes de dormir, sigo leyendo EL HOMBRE QUE HABLABA DE OCTAVIA DE CADIZ, de Bryce Echenique, deliciosa. Así, después de haberme reido, me duermo pacíficamente.

domingo, 29 de marzo de 2020

Encierro en Quito 10

Ayer, me entró fiaca, como se dice en Argentina, pereza, desgana. Me dediqué a dar vueltas, salí con Lucía al supermercado, una cola no excesiva de gente pulcramente colocada a 1 metro y medio de distancia, la ventaja de la tercera edad que te exime de la misma, gente toda enmascarada que deambula en los corredores de la felicidad consumerista, manteniendo cuidadosamente la distancia llamada social, personal que cuida que así sea y que a la mínima te intima firmemente respetar las consignas, no sé, nunca me gustaron esos lugares pero ahora, definitivamente, me resultan odiosos.

Los logaritmos son geniales. Yo, nunca jamás se me pasó por la cabeza mirar una peli en el ordenador. Me gusta ir al cine, me gusta la pantalla grande, me gusta la oscuridad de la sala, me gusta SALIR de mi casa para IR a ver una peli. Pues bien: hace unos días atrás, empezó a aparecer en you tube, sin que yo haya pedido NADA, películas. Al principio, no presté la menor atención. Pero, andando el tiempo del encierro, me puse a mirar qué tal la oferta. Y ayer, en medio de mi pereza, pues me ví unos trailers de Ginger Rogers y Fred Astaire y, finalmente, me puse a BUSCAR y encontré una peli de René Clément, con Gérard Philipe (magnífico como de costumbre), MONSIEUR RIPOIS, la historia de un don juan de poca monta, que me había gustado mucho cuando la ví hace …. fúuuuuu como se dice aquí. Y la volví a disfrutar.

Esta mañan, amanecí más contenta, puse lavadora, fui a tender la ropa en la terraza, cosa que me gusta mucho, pedí prestada a mi amigo/vecino ANA KARENINA y ahora, pertrechada con el libro, me voy a dedicar a su lectura. No sé muy bien por qué me dió antojo de esa novela, creo que estoy asociando el encierro al que estoy sometida al encierro social (es el recuerdo que tengo de la novela) al que se ve sometida Ana Karenina por “estar viviendo en el pecado”.

El día está bonito. Los colibries vienen a picotear las orquídeas del balcón, orquídeas silvestres que crecen solitas en los montes de por aquí. Así es cómo se cuidan solas todo el tiempo que pasamos fuera de aquí.

Con el toque de queda desde las 2h de la tarde, la vida social y lúdica se está desplazando a las azoteas. Se las ve con gente tomando sus cervezas, niños jugando a la pelota, señoritas que pasean sus perritos … mientras la calle y el parque quedan rigurosamente desiertos.