UNA PROSA ES UNA PROSA ES UNA
PROSA
A propósito de Ida
Ida Ida, un montaje de María Lourties a
partir de un texto de Gertrude Stein
Carlo Frabetti
Se levanta el telón y vemos a una mujer
sentada que dice un texto de Gertrude Stein en versión trilingüe. ¿Qué película
es?
La respuesta a esta adivinanza solo se
puede averiguar -o vislumbrar- asistiendo al sorprendente montaje de María
Lourties Ida Ida Ida; un espectador
que, como yo, intente transmitir mediante meras palabras lo que presenció, solo
puede dar algunas pistas y plantear nuevos acertijos. Lo cual no deja de ser
paradójico, pues, a primera vista, el montaje de Lourties se compone de meras palabras
dichas por una mujer -ella misma- que no se mueve de una silla, por lo que no
debería ser difícil describir verbalmente un trabajo esencialmente verbal. Pero
las palabras son dichas de una manera que a menudo linda con el recitado, la
salmodia o la canción. Y no es del todo cierto que la intérprete no se mueva de
la silla: sería más exacto decir que no se levanta, pues su rostro y su cuerpo
vibran con la declamación del texto, que a veces acompasa con el pie, marcando
el ritmo como un músico, pues música es también su recitado (re-citar: volver a
citar), que empieza así:
There was a baby born named
Ida
Había nacido un bebé de nombre Ida
Un bébé était né appelé Ida
Its mother
Su madre
Sa mère
Held her with her hands to
keep Ida from being born
Avait fait tout ce qu’elle
pouvait pour la retenir
But when the time came Ida
came
Mais voilà le temps venu Ida
était là
And as Ida came with her came
her twin
Avec elle vint sa jumelle
So there she was Ida-Ida
Ida-Ida es Ida. Una (p)rosa es una (p)rosa es una (p)rosa. ¿Pura
tautología, trivial ejercicio de obviedad? Sobre su verso más famoso,
convertido en cita polivalente, A rose is a rose is a rose (que, por
cierto, empezó siendo una alusión a una mujer: Rose is a rose…), la propia Gertrude Stein dijo: “No soy tonta. Sé
que en la vida cotidiana no solemos decir esto es esto es esto. No soy
tonta, y pienso que con ese verso la rosa se hizo roja por primera vez en la
historia de la poesía en inglés en cientos de años”.
Como la rosa-rosa-rosa (que, como diría
Borges, quiere ser la rosa), en el
montaje de María Lourties la Ida de Gertrude Stein se triplica, y no solo
lingüísticamente. En primer lugar, el trilingüismo del recitado, que a primera
vista podría parecer caprichoso, remite al poliglotismo y la transculturalidad
de Stein y de la propia Lourties, y se convierte en un eficaz instrumento
dramático. Pero, además, el texto transita con toda naturalidad por el
territorio de la música y se encarna en un contenido ejercicio de expresividad
facial y corporal, que convierte una actuación casi inmóvil en una experiencia
teatral de la mayor intensidad. El verbo se hace carne. Y viceversa.
Se cuenta que, en su lecho de muerte,
Gertrude Stein le preguntó a Alice Toklas, su compañera de toda una vida: “¿Cuál
es la respuesta?”. Y al no obtener contestación dijo: “Entonces, ¿cuál es la
pregunta?”. Y esa circularidad -o esencialidad- presente hasta el final en la
obra y la vida de Gertrud Stein es también el eje de rotación del montaje de
María Lourties, del que lo mejor -y lo más significativo- que se puede decir es
que sin duda habría encantado a la propia autora del texto tanto como nos
encantó (en ambos sentidos del término) a quienes tuvimos el privilegio de
presenciarlo.
La pregunta es la pregunta es la pregunta…