LA LLAMA VACILANTE DE LA LIBERTAD
¿Quién mató a Julian o Mer-Kamis? Son pasados siete meses y medio del asesinato de ese actor araboisraeli, director de teatro en Ienina, el misterio sigue entero.
Carta de Oriente Próximo
Hay dos tipos de “mártires” en Ienina. Los primeros tienen la mirada bravucona de adolescentes sin norte, pronto sacrificados en la lucha armada. En los cartelitos azulados pegados en los muros del campamento de refugiados, exhiben fusiles kalachnikov y llevan la frente ceñida por cintas que invocan el nombre de Alá, como si Dios bendijera los atentados suicidas… El combate de Julian o Mers-Khamis nada tenía que ver con el suyo: él estaba por la libertad.
Su vida ha sido segada el 4 de abril, a unos metros de la entrada del Teatro de la Libertad, del que era director general. Cuatro balas en el cuerpo, el coche que va a dar en un muro, el asesino huyendo por esa callejuela, a la izquierda, que se pierde en la ley del silencio del campamento de Ienina. El silencio… siete meses y medio luego, el asesinato de ese actor araboisraelí, que había logrado yuxtaponer un símbolo de libertad y de cultura a la fama de una ciudad conocida como crisol del extremismo palestino, el mistero ha permancido entero.
Esa muerte brutal ha sido un choque, en Ienina y más allá. El Teatro de la Libertad, con su escuela de arte dramático, sus espectáculos, sus cursos de cine y de fotografía continua, pero sus actividades han sido mermadas en un 80%. Y es probable que no puedan recuperarse completamente hasta que haya sido contestada la pregunta no menos angustiosa con el paso del tiempo: ¿quién ha matado a Julian o Mer-Khamis?
Jonathan Stanczak, ese sueco de 34 años _cuya madre es judía al igual que la de Julian o_ director administrativo del Teatro de la Libertad asegura ignorarlo: “No sabemos quién, tampoco por qué. Julian o molestaba a mucha gente, desafiaba la estructura de los poderes, denunciaba el lugar de las mujeres en la sociedad, el trabajo de los niños, la ocupación israelí. Hay muchas razones para pensar que se había vuelto un problema tanto para el Fatah (partido dominante de la Autoridad Palestina), el Hamas y los Israelies” resume prudentemente.
“Julian o hablaba de cultura, de expresión artística, decía que el Teatro de la Libertad era parte de una intifada no violenta, que se trataba de una lucha conjunta de los Judíos y Palestinos en contra de la opresión y la injusticia” añade. ¿Quién mató a Julian o Mers-Khamis? Cuatro investigaciones habrían sido emprendidas: por la policía y por el ejército israelies, por el Shin Beth (inteligencia interior israeli), y por la seguridad palestina. Sin llevar a conclusión alguna.
Zakariya Zubeïdi, él, tiene certezas: “Es el Shin Beth o el Mossad (inteligencia exterior), probablemente con la complicidad de Palestinos. Porque de ser palestinos los autores, yo lo sabría” asegura. Zakariya Zubeïda habla por experiencia: antiguo jefe de las Brigadas de los mártires de Al-Aqsa, rama armada del Fatah, durante la secunda Intifada (2000-2005), ha desempeñado un papel de primer plano a lo largo de aquella página sangrienta de la lucha palestina.
Su pasado de militante es más complejo de lo que parece. En 2006, con Julian o y Jonathan, ha participado a la creación del Teatro de la Libertad y, sobre todo, lo ha protegido. El Teatro de la Libertad continuaba el Stone Theatre fundado por Arna, la madre de Julian o Mer-Khamis, destrozado cuando la invasión del campamento de Ienina por el ejército israeli, en abril 2002, y cuya aventura teatral con los chavales de Ienina esta poderosamente contada en la película Los Hijos de Arna.
“Llevaba mi acción militar y artística en paralelo” explica Zakariya Zubeïdi. ¿Es hoy “pacificado”? Los palestinos apoyan a Mahmud Abbas, pero la lucha armada, insista quien ha encabezado largo tiempo la lista israeli de los hombres a eliminar, permance una alternativa. “Abbas sabe que no obtendrá nada negociando con los Israelies, pero debemos aportar la prueba que esto ha fracasado. Tal vez entonces el mundo entenderá que la resistencia armada de los Palestinos es la única solución, que es legítima, como ha sido el caso en Lybia” insiste.
Pero volvamo al teatro. Zakariya Zubeïdi reconoce que “todos los extremistas y fundamentalistas estaban en contra de Julian o”. Tal vez Um Mohammad, esa mujer de negro que cuida la intendencia de la docena de empleados del Teatro de la Libertad tenga algunas ideas acerca del asesinato de quien se ha vuelto para sus fieles un ícono de la libertad. Al principio, ella también había prohibido a su hija asistir a los cursos de arte dramático.
“Es consecuencia de nuestra cultura oriental, explica, los chicos y las chicas no trabajan juntos. Mucha gente estaba en contra del teatro porque eran hostiles a esa mixidad”. Hoy todavía, la experiencia lanzada por Julian o Mer-Khamis no hace la unanimidad entre los 18000 habitantes del campamento de Ienina. La explicación del decalage con las tradiciones de una “sociedad oriental” disimula mal un rechazo a todo diálogo entre Judíos y Palestinos.
Jonathan Stanczak y Zakariya Zubeïdi saben que los asesinos de Julian o han querido hacer vacilar la llama de la libertad en Ienina. El primero reconoce que su muerte no elucidada deja planear una amenaza, tanto sobre su obra como sobre sus amigos: “Mientras no sepamos, seguimos en zona de riesgo: muchos de nosotros se preguntan quién será el siguiente”. En los muros del campamento de Ienina, se pueden ver carteles de Alicia en el pais de las maravillas, un espectáculo del Teatro de la Libertad. Están desgarradas: tal vez un elemento de respuesta a la pregunta de saber quién mató a Julian o Mer-Khamis.
Laurent Zecchini
Le Monde, dimanche 20-lundi 21 novembre 2011-11-21
La traducción es mía.