Jueves, 8 de marzo de 2012
Han pasado casi 3 meses desde mi última entrada referente a ese nuevo montaje de CELESTINA.
Y hoy, esta mañana, me he despertado con una sensación muy placentera, me he sentido ligera, y sí pensé, parece que el bloque de cemento que me cayó encima con la brusca interrupción de LA CELESTINA o TRAGICOMEDIA DE CALISTO Y MELIBEA se había al fin disuelto del todo.
Cosa realmente curiosa es el teatro. Un recorrer un camino que, cuando se comienza, no se sabe bien adónde va a conducir, por dónde va a discurrir.
Empecé ese one-woman-show, cuyo título de momento es CELESTINA, …
(Largo paréntesis: digo de momento y creo que así va a quedar. Sin embargo, he estado pesando en ponerle: EL DÍA EN QUE LEHMAN BROTHERS DIO EN QUIEBRA. Y eso porque me acordé del primer trabajo que hice en torno a LA CELESTINA, mejor dicho en torno al discurso amoroso en LA CELESTINA junto con el de ON NE BADINE PAS AVEC L’AMOUR. Dándoles vueltas a ambos textos, escribí el que luego presenté en EL CANTO DE LA CABRA, que iba de cuán fácil es mover cosas concretas como montañas por ejemplo, y cuán difícil es mover cosas abstractas como programas de percepción y representación como conceptos, sentimientos, etc. Mientras estaba preparando el texto del espectáculo, cayó el muro de Berlín. Cuando era niña, oía hablar del telón de acero y estaba convencida de que existía realmente una inmensa cortina de hierro que recorría el continente europeo de norte a sur. Y fue una gran decepción cuando me explicaron que no, que el telón de acero era una representación. Así que cuando se construyó el muro, no me cogían desprevenida y supe que era también un concepto. Así que decidí ponerle al espectáculo que estaba montando LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN.
Pasaron más de 20 años. Y resulta que el año en que comenzamos con Magali a trabajar en el montaje de LA CELESTINA o TRAGICOMEDIA DE CALISTO Y MELIBEA es el mismo en que la quiebra del banco Lehman Brothers abre un enorme boquete en el equilibrio económico mundial, cosa que desde entonces se ha llamado la crisis.
A hilo, empezó a darme vueltas la idea de que algo puede haber en LA CELESTINA o TRAGICOMEDIA DE CALISTO Y MELIBEA que entre en resonancia con la época actual. Su primera publicación es de 1492, fines del siglo XV. Europa es presa de grandes cambios, trastornos. Dejando atrás la Edad Media y el feudalismo, camina hacia la modernidad con la monarquía absoluta y la centralización del estado. Su mundo que había quedado circunscrito al Mediterráneo de pronto se abre hacia horizontes occidentales insospechados.
LA TRAGICOMEDIA DE CALISTO Y MELIBEA es contemporánea de TIRANT LE BLANC. Pero, mientras esa última queda inscrita en la tradición literaria de la época, LA TRAGICOMEDIA dejando resueltemente atrás ese mundo ficcional entra en la modernidad. Es una obra inclasificable: ¿novela dialogada? ¿teatro? Seguida de algunas otras. Pienso por ejemplo en los ESSAIS de Montaigne, escritos y publicados casi un siglo más tarde, obra también inclasificable. Y el siglo XVII, de Oro aquí y Grand en Francia, las apartará a ambas.
Y pienso que las obras que se pueden clasificar, las clásicas, pertenecen a épocas de expansión y consolidación de una fórmula.
Mientras que a las de perturbaciones, trastornos, corresponden obras inclasificables.
A nosotros también nos ha tocado vivir el fin de lo que se ha llamado los tiempos modernos, en vísperas de algo que nadie sabe qué será pero que desde luego está fraguándose.
Y el teatro por supuesto está cruzado por esa incertidumbre. Por supuesto, todavía existen producciones que no parecen haberse enterado de que este mundo está cambiando, y muy mucho. Pero por supuesto también abundan montajes difíciles de clasificar, híbridos, que incorporan elementos hasta ahora considerados ajenos al teatro, etc.
En todo caso, puede ser que sólo sea coincidencia y que esté divagando. Sin embargo, la idea queda allí, flotando e insistente.
Y ahora, da el caso que ese nuevo trabajo con los textos de Celestina, también ha partido de la pérdida, de la crisis.
Por lo que se me ha ocurrido eso del título, o sea, de LA CELESTINA a LA CELESTINA o de LA CAIDA DEL MURO DE BERLÍN a EL DÍA EN QUE LEHMAN BROTHERS DIO EN QUIEBRA.
Fin del paréntesis).
…partiendo de la pérdida, de la pena, del dolor. Y, conforme me iba adentrando en ese nuevo trabajo, pérdida, pena, dolor fueron desapareciendo, empujados por el placer, la alegría. El placer de volver a frecuentar este texto que es realmente maravilloso, tan vital, la alegría de ver cómo iba naciendo un nuevo espectáculo.
Y también, el placer y la alegría de ir comprendiendo por qué me había empeñado en continuar, por qué me he negado a que aquel espectáculo quedara interrumpido de esa manera. Cuando lo normal hubiese sido poner punto final. Por causa de fuerza mayor y ya está. Incluso, pasé por momentos de dudas, de si no estaba mal de la cabeza, de si simplemente no tenía la capacidad, la entereza de aceptar las cosas. Fue el trabajo mismo que me ha ido aportando respuestas, fue del trabajo mismo que empezaron a asomar las cosas que he contado en ese largo paréntesis, fue el trabajo mismo, este trabajo, que me ha permitido entender que algo se había abierto con el primero, el que se llamó LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN y que era ese algo que había que concluir. A sabiendas de que una conclusión siempre es lo que permite abrir nuevos espacios de creación. Y que sin esta conclusión, yo me quedaba trabada, arrinconada, callada.
Este montaje, lo voy a presentar en mayo: fecha de estreno: miércoles 16.
Su duración es de 2 horas y 20 más 15 minutos de intermedio. Es largo. Conque he decidido hacerlo pasando un día: los miércoles, viernes y domingos.
Y para los jueves y sábados, he invitado a mis amigos músicos: uno que va a ser la primera vez que estará en el C’est la vie, Christoph Limbach y los habitués, El Equipo Elevador y El Campo de Interferencias.
Para la última semana, espero poder contar con Gyohei Zaitsu y su maravillosa manera de bailar butoh. Queda pendiente, por razones de agenda que ojalá se resuelven favorablemente.
Así que, nos veremos pronto.