miércoles, 16 de noviembre de 2011

Martes, 14 de noviembre 2011-11-16

Bonjour

Anoche, concluí el diseño de mi nueva aventura teatral. Que no es sino la conclusión, la continuación y conclusión, de aquella que emprendí _emprendimos_ hace ahora tres años, el montaje de LA CELESTINA entera. Después de la brusca interrupción de aquella CELESTINA quedé algo tocada. Por suerte, eso pasó en el mes de junio y yo siempre pienso que cuando hace calor puedo con las cosas. El calor me arropa, me da alegría, vitalidad, seguridad. Mientras que el frio me deprime, me encoge, me deja inánime. Con calor y todo, fue un palo. ¿Era de verdad posible que tanto trabajo, tanto entusiasmo, tanta vida en una palabra se quedara truncada? Una vez más, gracias y muchas por todos vosotros que me brindaron apoyo, afecto, calor. Sí, calor. Al recordar esa época, eso es lo que en primer lugar me viene a la mente. Vosotros. Y esa tarde en que volví al C’est la vie. Me quedé sentada en una butaca, dos horas, absolutamente incapaz de salvar el metro escaso que me separaba del dispositivo escénico, mirando y remirando, callada. Entendí entonces que antes de pensar en cualquier cosa, había que cerrar esa etapa y que ese cierre pasaba por el del C’est la vie. Había que colocar la clé sous le paillasson, la llave bajo el felpudo, alejarse, tomar distancia, dejar al tiempo que hiciera su trabajo, el tiempo del duelo. Pasó el verano. Julio y agosto me gustan mucho en Madrid, me gusta el calor ya lo saben, me gusta la ciudad que se vuelve más tranquila, que brinda alegría. Más aún este año con el 15M que, para mí, le cambió el rostro a esta ciudad. Me dediqué a pasear, leer, ir a la filmoteca, estudiar chino, escuchar música, cantar y … estar con mis amigas (femenino genérico, incluye a los varones). Septiembre, lo pasé en una islita del mediterraneo, en una casa en medio del monte y al lado del agua más transparente que haya visto jamás. Creo que nada me gusta, me sienta como nadar. Nadar y nadar y nadar. El cuerpo en el agua y la mirada hacia el alto cielo donde pasan las gaviotas y donde asoma la luna con el baño de la tarde. Y de regreso, volví al C’est la vie. A ver qué pasaba. Y ahí me tienen. Haciendo caso de la sugerencia de mi amigo Juan Angel Úbeda, me puse a retrabajar ese texto “incorporando la pérdida” en sus palabras. Ahora que ya ha pasado un mes y medio, tengo hecho el diseño de un one-woman-show con el texto de, ya no LA Celestina sino de Celestina, a secas. Ha sido una experiencia muy placentera. Retomar ese texto conservando exclusivamente lo que me gusta mucho, dejando a un lado toda “representación”, toda “escena”.

Miércoles 15 de noviembre.

Anoche, fui a la filmo para ver un documental sobre el festival de Nancy 1980. Poquísima gente en la sala y aún alguna se levantó y salió antes que terminara la peli. Puffff pensé, parece el C’est la vie, el teatro decididamente no mueve masas. Esta tarde, conversando con una amiga, caí en la cuenta de cómo habían cambiado las cosas en los 20 años que llevo viviendo aquí. El teatro privado, comedias comerciales, musicales, flamenco hasta en la sopa ha crecido y multiplicado. El otro teatro o el teatro otro, viene traido por compañias inglesas, italianas, alemanes, francesas, polacas, japonesas, chinas y perdón por las que dejo en el tintero y sólo se programa en el marco de festivales. La peli: en realidad muy poco teatro y mal filmado; en cambio mucha presencia del padre fundador de la danza butoh, Kazuo Ono y alguna de Pina Bausch. Es curioso lo que pasa con ella. Hace poco he visto la peli de Wim Wenders y… me quedé con ganas de ver a Pina Bausch, ver cómo trabajaba, cómo fue afinando su estilo, montando su grupo, desarrollándose como coreógrafa. Y anoche, pasó algo parecido: mucho amor y respecto proclamado y declarado hacia ella pero… nada que decir. Como si fuera muy difícil hablar realmente de ella, de su arte. ¿Será porque el espectáculo en vivo no es un mero espectáculo, algo que se pueda objetivar, que permita colocarse como sujeto espectador frente a un objeto observado, sino que es una vivencia, un vivir conjuntamente tu y yo un momento? No un recorrido con su historia construida desde su inicio hacia su desenlace sino un momento inmóvil, sin historia precisamente, esto es sin narración, sino un bloque de palabras, sensaciones, sentimientos, emociones, pensamientos?