Esta mañana, tuve
ganas de salir a la calle. Mi última salida fue el lunes. Muy
diferente hoy. Hay más gente y más coches, supongo que el toque de
queda a las 2h de la tarde obliga a salir sólo de mañana, conque
aumenta la densidad. De hecho, ahora, son las 4h de la tarde, no hay
absolutamente NADIE, ni gente, ni perro, ni coche.
También me pareció
que el ambiente era medio tenso. Nada que ver con mi salida del lunes
que me había gustado mucho: todo tranquilo, la poca gente amable y
cortés. Hoy no.
En la cooperativa,
ya había terminado de pagar mis compras cuando un muchacho, entre 25
y 35 años, parado en la puerta sin jamás atreverse a pasar el
umbral, me pide dinero “para comprar leche para la niña”. No
tengo dinero, sólo una tarjeta. Le propongo comprar algo para él.
Dice que sí. Encuentro unos biscochos cubiertos de panela y le
pregunto si le valen. Dice que sí. Y sugiere que tal vez algo de
queso estaría bien. Voy a buscar uno. Entonces, dice que tal vez no
convienen los biscochos por ser dulces. No pasa nada, cambio por unos
de sal. Vuelvo a la caja (la tienda es pequeña, no diminuta pero sí
pequeña) y espero a que termine de pagar una pajera de mas menos 50
años que ha hecho una compra de 50 dólares. Ahí veo que llevan
nueces. Pensando que no es mala idea para el chico, voy a buscar una
bolsa. Vuelvo a la caja. La pareja ya termina su trámite y se va
dejando la canasta de la tienda encima del mostrador. Voy para pagar
yo las tres cositas para el muchacho cuando el tio que está en caja
dice “un momentico”, se da la vuelta y viene a coger la canasta
para colocar con las otras, apiladas a un lado del mostrador. No hay
rigurosamente nadie más en la tienda. Evidente que es pura mala
leche de su parte, supongo, no estoy segura, sólo para manifestar su
oposición a que yo esté comprando cosas para darselas al muchacho.
Feo.
Más adelante, Lucía
me contará que esta mañana, el portero del edificio salió a las 7h
para comprar pan en la tiendita de al lado, a menos de 100 metros. Y
que, cuando volvía, dos chicos montados en una moto le amenzaron con
cuchillo para llevarse el pan. “Dame ese pan o te mato”
O sea que ya está
empezando a pasar lo que más me asusta: al cabo de 12 dias de
confinamiento, ya hay gente dispuesta a matar por un pan.
Y estoy segura que
va a crecer el número de gente de acuerdo para que se mate a la
gente que puede llegar a matar por un pan.
Otra vez Brecht. El
final de “La mujer judía”. Cuando ella dice a su marido: y no
digas (cito de memoria) que, por último, es cuestión de unas
semanas. Sabes muy bien que las cosas van a durar más. Entonces, no
digas “por último es cuestión de uns pocas semanas dándome el
abrigo de piel que no voy a necesitar sino hasta el próximo
invierno. Y no digamos que es una lástima. Es una vergüenza.