Hoy, día de ira.
Otra vez, Brecht, en su diario: “ultimamente la noticias son tan
malas que estoy contemplando seriamente la posibilidad de suspender
la radio”, cito de memoria, no es exacta pero por ahí va. Voy para
lo mismo, no que las noticias sean tan malas, que lo son, sino que lo
que cuentan los periódicos es infumable. No aguanto el recuento
diario de los muertos, la complacencia en las truculencias, el
tremebundismo, en una palabra la fascinación por las películas de
horror/terror. Me recuerda PARÁSITOS que ví antes del encierro, o
sea, en el siglo pasado. Me aburrió por dos cosas: una, lo banal,
basto de la cámara, los vestuarios, las ambientaciones; dos, la
pobreza de las ideas sustituida por las truculencias. Tengo la
impresión que la lectura de los periódicos es como un cotidiano
remake de la peli.
Me exaspera que esa
manera de alimentar la angustia esté ocultando, mejor dicho
desplazando las buenas razones de preocuparnos que podamos tener.
Trump está desplegando su armada en el Caribe dizque para luchar
contra el narcotráfico. Tiemblo. En cuanto a oir o leer lo que dicen
esos señores, me da ganas de vomitar.
Me doy cuenta de que
me he pasado mucho tiempo diciendo con cierto énfasis “es que no
entiendo cómo puede haber gente que les vote”. Pues ahora, quiero
intentar entender. Para saber cómo luchar, pues, es urgente. Son, de
verdad, muy muy peligrosos. Por lo pronto, han logrado mandar al paro
a millones de gentes después de haber metido en arresto domiciliario
a más de un tercio de la población mundial. He estado pensando en
esos tiempos que esto del teletrabajo era una prueba a ver qué tal.
Para luego transformarlo en la manera “normal”, “avanzada”,
“moderna”, de hacer trabajar a la gente: ahorro de oficinas,
dispersión de los/las trabajadoras, horarios continuos, o sea, pura
ganancia para los accionistas. Veo hoy en “Le Monde” un artículo
titulado: “La crise du coronavirus signale l’accélération d’un
nouveau capitalisme, le capitalisme numerique”. A buen entendedor
..
El coronavirus ha
destapado lo que era un secreto a voces del que nadie quería
enterarse: el escándalo del negocio de las residencias de ancianos
Pues, ahora, resulta
que de tanto haber querido ganar y ganar, ahorrando en TODO hasta
llegar a la situación que ya no se puede ocultar, los negociantes de
la vejez ya se encuentran entre los más perjudicados: su negocio se
está acabando por mortalidad acelerada de su clientela. Supongo que
ya están buscando cómo reacomodar su dinero. Tal vez en el
narcotráfico, o el negocio del armamento o quien sabe qué. Son
capaces de todo.
En whatsapp aparecen
ahora diversas recetas de cocina, lo que hacemos unos y otros para
amenizar el día. Gastronomía en auge. Muy bien. Creo que está
apareciendo una nueva línea divisoria entre quienes recurren a la
comida entregada que por lo general es más bien basura y quienes
optan por dedicarse a la gastronomía casera. O sea, yo diría entre
quienes esperan que despues del corona virus, todo volverá a ser
igual y quienes ya han entendido que no, incluso que desean que no
vuelva a ser igual.