jueves, 2 de abril de 2020

Encierro en Quito 12

Hoy, día de ira. Otra vez, Brecht, en su diario: “ultimamente la noticias son tan malas que estoy contemplando seriamente la posibilidad de suspender la radio”, cito de memoria, no es exacta pero por ahí va. Voy para lo mismo, no que las noticias sean tan malas, que lo son, sino que lo que cuentan los periódicos es infumable. No aguanto el recuento diario de los muertos, la complacencia en las truculencias, el tremebundismo, en una palabra la fascinación por las películas de horror/terror. Me recuerda PARÁSITOS que ví antes del encierro, o sea, en el siglo pasado. Me aburrió por dos cosas: una, lo banal, basto de la cámara, los vestuarios, las ambientaciones; dos, la pobreza de las ideas sustituida por las truculencias. Tengo la impresión que la lectura de los periódicos es como un cotidiano remake de la peli.

Me exaspera que esa manera de alimentar la angustia esté ocultando, mejor dicho desplazando las buenas razones de preocuparnos que podamos tener. Trump está desplegando su armada en el Caribe dizque para luchar contra el narcotráfico. Tiemblo. En cuanto a oir o leer lo que dicen esos señores, me da ganas de vomitar.
Me doy cuenta de que me he pasado mucho tiempo diciendo con cierto énfasis “es que no entiendo cómo puede haber gente que les vote”. Pues ahora, quiero intentar entender. Para saber cómo luchar, pues, es urgente. Son, de verdad, muy muy peligrosos. Por lo pronto, han logrado mandar al paro a millones de gentes después de haber metido en arresto domiciliario a más de un tercio de la población mundial. He estado pensando en esos tiempos que esto del teletrabajo era una prueba a ver qué tal. Para luego transformarlo en la manera “normal”, “avanzada”, “moderna”, de hacer trabajar a la gente: ahorro de oficinas, dispersión de los/las trabajadoras, horarios continuos, o sea, pura ganancia para los accionistas. Veo hoy en “Le Monde” un artículo titulado: “La crise du coronavirus signale l’accélération d’un nouveau capitalisme, le capitalisme numerique”. A buen entendedor ..

El coronavirus ha destapado lo que era un secreto a voces del que nadie quería enterarse: el escándalo del negocio de las residencias de ancianos
Pues, ahora, resulta que de tanto haber querido ganar y ganar, ahorrando en TODO hasta llegar a la situación que ya no se puede ocultar, los negociantes de la vejez ya se encuentran entre los más perjudicados: su negocio se está acabando por mortalidad acelerada de su clientela. Supongo que ya están buscando cómo reacomodar su dinero. Tal vez en el narcotráfico, o el negocio del armamento o quien sabe qué. Son capaces de todo.

En whatsapp aparecen ahora diversas recetas de cocina, lo que hacemos unos y otros para amenizar el día. Gastronomía en auge. Muy bien. Creo que está apareciendo una nueva línea divisoria entre quienes recurren a la comida entregada que por lo general es más bien basura y quienes optan por dedicarse a la gastronomía casera. O sea, yo diría entre quienes esperan que despues del corona virus, todo volverá a ser igual y quienes ya han entendido que no, incluso que desean que no vuelva a ser igual.