sábado, 28 de marzo de 2020

Encierro en Quito 9

Esta mañana, tuve ganas de salir a la calle. Mi última salida fue el lunes. Muy diferente hoy. Hay más gente y más coches, supongo que el toque de queda a las 2h de la tarde obliga a salir sólo de mañana, conque aumenta la densidad. De hecho, ahora, son las 4h de la tarde, no hay absolutamente NADIE, ni gente, ni perro, ni coche.
También me pareció que el ambiente era medio tenso. Nada que ver con mi salida del lunes que me había gustado mucho: todo tranquilo, la poca gente amable y cortés. Hoy no.
En la cooperativa, ya había terminado de pagar mis compras cuando un muchacho, entre 25 y 35 años, parado en la puerta sin jamás atreverse a pasar el umbral, me pide dinero “para comprar leche para la niña”. No tengo dinero, sólo una tarjeta. Le propongo comprar algo para él. Dice que sí. Encuentro unos biscochos cubiertos de panela y le pregunto si le valen. Dice que sí. Y sugiere que tal vez algo de queso estaría bien. Voy a buscar uno. Entonces, dice que tal vez no convienen los biscochos por ser dulces. No pasa nada, cambio por unos de sal. Vuelvo a la caja (la tienda es pequeña, no diminuta pero sí pequeña) y espero a que termine de pagar una pajera de mas menos 50 años que ha hecho una compra de 50 dólares. Ahí veo que llevan nueces. Pensando que no es mala idea para el chico, voy a buscar una bolsa. Vuelvo a la caja. La pareja ya termina su trámite y se va dejando la canasta de la tienda encima del mostrador. Voy para pagar yo las tres cositas para el muchacho cuando el tio que está en caja dice “un momentico”, se da la vuelta y viene a coger la canasta para colocar con las otras, apiladas a un lado del mostrador. No hay rigurosamente nadie más en la tienda. Evidente que es pura mala leche de su parte, supongo, no estoy segura, sólo para manifestar su oposición a que yo esté comprando cosas para darselas al muchacho. Feo.

Más adelante, Lucía me contará que esta mañana, el portero del edificio salió a las 7h para comprar pan en la tiendita de al lado, a menos de 100 metros. Y que, cuando volvía, dos chicos montados en una moto le amenzaron con cuchillo para llevarse el pan. “Dame ese pan o te mato”

O sea que ya está empezando a pasar lo que más me asusta: al cabo de 12 dias de confinamiento, ya hay gente dispuesta a matar por un pan.

Y estoy segura que va a crecer el número de gente de acuerdo para que se mate a la gente que puede llegar a matar por un pan.

Otra vez Brecht. El final de “La mujer judía”. Cuando ella dice a su marido: y no digas (cito de memoria) que, por último, es cuestión de unas semanas. Sabes muy bien que las cosas van a durar más. Entonces, no digas “por último es cuestión de uns pocas semanas dándome el abrigo de piel que no voy a necesitar sino hasta el próximo invierno. Y no digamos que es una lástima. Es una vergüenza.